Día de los Muertos: más que un día de celebración

Para mí, el Día de los Muertos siempre ha sido una de mis festividades favoritas. Desde pequeña, mi familia ha celebrado esta tradición con mucha devoción. Mi abuela paterna falleció antes de que yo naciera; nunca la conocí, pero la familia de mi padre siempre ha mantenido vivo su recuerdo a través de los altares que le preparan cada año.
Además, en casa siempre encendemos velas y colocamos flores para mis abuelos en los aniversarios de su fallecimiento. Para nosotros, estos pequeños gestos son una forma de conectar con quienes ya no están, de demostrarles que los recordamos y de iluminarles el camino para que realicen una transición pacífica hacia su próxima vida.
En los últimos años, el Día de los Muertos ha adquirido un significado mucho más profundo para mí. Perdí a mi abuela materna y a mi abuelo paterno con apenas un año y medio de diferencia entre sus fallecimientos. Fue un tiempo de gran dolor, durante el cual me diagnosticaron con duelo complicado. Mis dos abuelos fueron mis mejores amigos durante la infancia, y su partida dejó un vacío enorme.

Aun así, decidí transformar mi tristeza en un homenaje. Inspirada por mi amor hacia esta festividad, en mayo me hice un tatuaje conmemorativo en honor a mis abuelos. Elegí el cempasúchil como símbolo, para rendir tributo a mi cultura y poder celebrarlos todo el año, no solo en el Día de los Muertos.
Para mí, este tatuaje representa un altar que vive en mi cuerpo, una forma permanente de llevar su memoria conmigo, tal como pienso en ellos cada día. Aunque no siempre preparamos altares elaborados, nos aseguramos de celebrar a mis abuelos y mantener viva su presencia durante esta época.
Conservar estas pequeñas tradiciones a lo largo de los años me hace sentir más cerca de mi familia, estén donde estén. Espero que ellos sepan que no los hemos olvidado, que los extrañamos cada día y que su recuerdo sigue iluminando nuestras vidas. ¡Que descansen en paz nuestros queridos familiares!


